Puede que de entrada no llamen nuestra atención, pero son formaciones que abundan en gran parte de nuestra península. Una de las características más importantes es la presencia de plantas bioindicadoras como Ononix tridentata, Gypsophila hispanica o Herniaria fruticosa, asociadas a los suelos donde hay mineral de yeso CaSO4· 2H2O. En la Península se presentan en las zonas próximas al Levante español, desde la depresión del Ebro, hasta las zonas yesíferas de Murcia y Almería, incluyendo parte de La Mancha..

Uno de los lugares que han llamado mi atención desde niño, es la zona de la comarca de Gúdar-Javalambre, entre Sarrión y Manzanera. Curiosamente, estos terrenos son muy sensibles a la erosión. En el pasado muchos de estos terrenos fueron desprovistos de la vegetación arbórea con el fin de convertirlos en tierras de labor. Desde que el arado romano entró en nuestra península, pinares, sabinares y carrascales fueron talados con fines madereros. También como combustible. Por otra parte, la transformación del terreno, con el abancalado en terrazas también contribuyó, en unos casos para cereal y en otros para el cultivo de frutos secos como el almendro, el avellano, el olivo, el algarrobo, la vid (ya desaparecida en muchos terrenos donde era frecuente a raíz de la aparición de la enfermedad de la filoxera).
Plantago maritima subsp. serpentina
Estos suelos yesíferos en ocasiones van asociados a la presencia de aguas salinas que en el pasado eran explotadas para la obtención de sal en las estructuras adecuadas. Es muy bien conocida la población de Arcos de las Salinas en Teruel. Otras muchas salinas, se explotaron hace siglos y actualmente no se sabe ni donde estaban exactamente. Algunas de ellas se remontan a la época romana, no olvidemos que salario viene de sal, y que esta apreciada materia servía para la conservar durante largos periodos de tiempo la carne y el pescado, tan demandado en las zonas de interior en nuestra península.
Formación de una cárcava
En muchos de los casos, podemos descubrir en las partes más elevadas de algunas colinas o cerros, la vegetación originaria a base de carrascas y de sabinas. Me atrevo a decir, que tras el éxodo rural muchas de estas zonas se están recuperando naturalmente, especialmente sabinares que han ido ganando terreno en las zonas orientadas al norte. No olvidemos que sabinas y enebros gozan de una protección especial por la legislación vigente.
Horno de una antigua tejería en Manzanera (Teruel)
También estos suelos yesíferos van asociados a diferentes tipos de arcilla, que en el pasado originaron la ubicación diversas tejerías para la fabricación de tejas y ladrillos. Es posible todavía encontrar hornos de yeso y hornos de tejas. No olvidemos que el color que nos resulta tan atractivo de la población turística de Albarracín, es por el enlucido en yeso de sus fachadas, con ese color rojizo tan característico aportado por la presencia del hierro.
Construcciones con diversos tonos de color rojizo en el yeso de las fachadas en Albarracín (Teruel)
Uno de los principales problemas que nos encontramos actualmente en estos suelos es la desertización, primero se forman cárcavas, que posteriormente toman la forma de barranco en V, para finalmente convertirse en barranco en U. Estos cauces secos son las vías principales de la pérdida de suelo de muchas zonas donde el suelo se ha quedado desnudo. Además de ser suelos pobres, la ausencia de vegetación y el sobrepastoreo pueden tener efecto negativo sobre este tipo de suelos.
Ononis tridentata
Otra curiosidad que ocurre en los suelos yesíferos, es que cuando están abancalados y se utiliza para la construcción de las paredes materiales del propio lugar, éstos son solubles, y con el tiempo, si no se mantienen las paredes se forma una especie de tubo por donde pasa el agua y va desgastando los materiales. Posteriormente este tubo de rompe por el peso del suelo al aumentar el diámetro, y se forma una cárcava que va evolucionando conforme va actuando la erosión por medio del agua. Este fenómeno es conocido con el nombre inglés de “piping”.
"Piping"
Aunque se trata de suelos pobres aparentemente, la riqueza botánica que hay en ellos es impresionante, teniendo en muchos casos gran cantidad de endemismos. Pienso que deben ser zonas a respetar y proteger, restaurando la vegetación adecuada en aquellas zonas donde sea posible.

En una parcela concreta que se destinó al cultivo de cereal hasta los años 50 y posteriormente fue abandonada, he ido viendo diferentes especies que nos dan idea de la riqueza botánica. Ononis tridentata, Gypsophila hispanica, Genista scorpius, Plantago serpentina, Santolina chamaecyparissus, Thymus vulgaris, Hyssopus officinalis, Convolvulus linneatus, Globularia mayor, Dianthus turolensis, Bupleurum fruticescens, Eryngium campestre, Echinops ritro, Phlomis lichnitis, Phlomis herba-venti, Leuzea confiera, Gallium verum, Achillea odorata, Lotus corniculatus, Marrubium supinum, Centaurea aspera, Prunus spinosa, Medicago sativa, Dorichnium pentaphyllum, Potentilla reptans, Palenis spinosa, Lithodora fruticosa, Jasonia tuberosa, Lolium rigidum…
Mineral de yeso
Desde el punto de vista faunístico, es fácil ver en este tipo de terrenos liebres y conejos. Curiosamente en esta zona que suelo visitar yo he visto la presencia del lagarto ocelado, los
escorpiones y las
escolopendras.
Gypsophila struthium subsp. hispanica
Esta entrada, no es más que una pincelada con la intención de hacer ver que las estepas gipsófilas que tenemos en nuestra península son muy interesantes. Además de la riqueza en fauna y flora, el paisaje tiene un colorido y una configuración especial, incluso en las zonas donde no hay vegetación arbórea. Son muchas las zonas protegidas por sus endemismos y por su fauna, es el caso de la Laguna de Gallocanta (Zaragoza), la Laguna de Sariñena en Los Monegros o Los Cabecicos de Villena (Alicante)…
Fuentes: